Friday, 11 July 2025

Cuando pensamos con el coche la motonormatividad emerge en el lenguaje

Cuando pensamos con el coche: las palabras que usamos influyen en cómo nos movemos por la ciudad

Lorena Pérez Hernández, Universidad de La Rioja y Laura Filardo-Llamas, Universidad de Valladolid

“Me costó toda una vida aprender a pintar como un niño”.

Pablo Picasso

A medida que cumplimos años, nuestra visión del mundo deja irremediablemente de ser nuestra. Liberarse de los filtros que se van interponiendo entre nosotros y la realidad es algo muy complejo. Los genios como Picasso son conscientes de ello; el resto normalmente no nos damos cuenta.

Una parte del mundo la vemos con los ojos, pero otra gran parte nos llega tamizada por el lenguaje y los procesos de socialización. Con frecuencia, resulta complicado identificar esta visión como parcial y sesgada. Así sucede también cuando observamos (y hablamos) de la movilidad urbana.

A menudo vemos coches aparcados encima de las aceras obstruyendo el paso. En ocasiones incluso en parques o paseos, aparcados de manera ilegal. En inglés la palabra carspreading describe la acción de estos conductores, haciendo un paralelismo con el término manspreading que designa el habitual despatarre masculino en los medios de transporte.

En español carecemos de una palabra que describa ese uso desconsiderado del espacio público. El vacío léxico dificulta la comunicación, y lo que no se puede nombrar pasa más desapercibido. Aquello de lo que no se habla difícilmente se puede evitar.

Un hombre con las piernas abiertas ocupando más espacio en el transporte público y un coche ocupando la acera.
El manspreading y el carspreading. Eric Fischer/Wikimedia Commons-WNYC New York Public Radio/Flickr, CC BY-SA

Lo normal es el coche

La relación entre lengua y realidad es bidireccional. Los vacíos léxicos pueden venir determinados por modelos cognitivos –con frecuencia institucionalizados y dominantes– que nos hacen ver la realidad de manera sesgada. Uno de estos sesgos es la motonormatividad.

El pensamiento motonormativo enfatiza la conducción como forma de movilidad natural e impide juzgar como incívicos comportamientos al volante que en otros contextos identificaríamos casi como “antisociales”.

Esto se observa muy bien en los titulares de prensa que recogen accidentes automovilísticos y que a menudo utilizan diversas estrategias lingüísticas para silenciar la responsabilidad de los conductores.

La metonimia “coche” por “conductor”, por ejemplo, es una gran aliada de la motonormatividad. Titulares como “Un coche atropella a una joven” presentan automóviles que parecen tener vida propia. Curiosamente, la misma estrategia no suena natural cuando el vehículo es una bicicleta (“Una bicicleta atropella a un peatón”). En estos casos sí se suele hacer explícito el verdadero agente de la acción.

La voz pasiva también logra ocultar al responsable del atropello: “Herido grave un niño de 6 años tras ser atropellado”.

Si las estrategias anteriores no son suficientes para silenciar la responsabilidad de los conductores, siempre se puede echar la culpa a entes abstractos: “Los accidentes de tráfico se han cobrado la vida de 261 personas en lo que va de año” o “Un total de 1 755 personas fallecieron en las carreteras y calles españolas por culpa de un accidente de tráfico”.

La mentalidad motonormativa se extiende al uso de la cortesía verbal. A menudo los mensajes dirigidos a los conductores son más corteses (“Por favor, respeten los vados”) que los que damos a los niños (“Prohibido jugar al balón bajo sanción municipal”).

Un cartel de 'por favor respeten los vados' al lado de otro que dice 'prohibido jugar al balón menores de 4 años bajo sanción'.
Mensajes (educados) para los conductores y mensajes (categóricos) para los niños. Facebook Ayto. de Alpera y Aragón noticias

Metáforas de movilidad

La motonormatividad es una forma de ver el mundo que forma parte de nuestro sistema conceptual y se plasma también en las metáforas que usamos para entender y hablar de la movilidad.

Hablamos metafóricamente de la movilidad como un sistema circulatorio en el que las calles son las venas y arterias de la ciudad, y los vehículos a motor la sangre que discurre por ellas. Los obstáculos a la movilidad motorizada ponen en peligro todo el sistema y la salud de la ciudad en su conjunto. Basta leer un artículo en el que se explica cómo la covid-19 consiguió “atacar” la esencia de las ciudades, “desconectando sus órganos” y “debilitando” el transporte público, entendido como “su sistema circulatorio”.

La metáfora de la ciudad como un cuerpo tiene una función instructiva, y nos permite entender cómo funciona la movilidad urbana.

Pero además de instructivas, las metáforas también legitiman distintas formas de ver el mundo. Por eso, diversos estudios enmarcados en la ecolingüística proponen desenmascarar las narrativas lingüísticas y metafóricas que silencian los problemas de una movilidad exclusivamente motorizada.

Resistir con metáforas

Las metáforas de resistencia son habituales en el discurso de los usuarios de nuevos tipos de movilidad urbana. Mediante su uso visibilizan los sesgos del lenguaje y el pensamiento motonormativo.

Algunas de estas metáforas se apoyan en narrativas institucionalizadas. Por ejemplo, parten de la visión común de la ciudad como un sistema circulatorio pero resaltan las consecuencias negativas de un modelo de movilidad exclusivamente motorizado. Así, los coches aparecen como el colesterol que causa el bloqueo de sus arterias poniendo en riesgo la salud de la ciudad en su conjunto.

También, apoyándose en las equiparaciones metonímicas entre conductor y tipo de vehículo, se señalan las consecuencias sanitarias negativas que la movilidad motorizada puede tener para sus usuarios (al facilitar la obesidad y el desembolso económico) y se comparan con otro tipo de movilidad activa.




Nuevas metáforas para una nueva movilidad

Sin embargo, las metáforas de resistencia no siempre se apoyan en marcos ya establecidos. Estudiar el lenguaje de los activistas por la movilidad ciclista permite identificar otros tipos.

Uno de ellos es la oposición explícita al pensamiento motonormativo y la crítica abierta al coche como el “dios” o “rey” de la ciudad. Como explica el arquitecto y urbanista Juan Carlos García de los Reyes, el reino de los peatones “no es de este mundo”. No hay lugar para los ciudadanos en ciudades que están completamente “sacrificadas al coche”.

Hay otras metáforas que encontramos en los discursos que abogan por una movilidad sostenible, con frecuencia equiparada a la movilidad ciclista o peatonal. Éstas sirven para implantar en el imaginario colectivo narrativas más compatibles con los objetivos de desarrollo sostenible.




Es el caso del reenmarcado de la ciudad que supone entenderla no como un trastero de coches sino como una casa habitable, promoviendo una reflexión sobre cómo repartimos el espacio urbano entre sus diferentes usuarios. A nadie se le ocurriría diseñar su hogar con el garaje en el centro y ocupando la mayor parte de la zona habitable de su vivienda. Sin embargo, eso es lo que ocurre en las calles, donde los coches ocupan la mayor parte del espacio transitable.

¿Cómo podemos cambiar la idea de circulación que tenemos actualmente? Copenhague Design Co. (adaptado)

Particularmente alineadas con los postulados de la ecolingüística están aquellas que construyen la ciudad como un ecosistema urbano. Igual que en un ecosistema natural coexisten múltiples especies, en un sistema de movilidad autónomo urbano pueden convivir distintas formas de moverse, incluyendo también a peatones, ciclistas u otras formas de transporte alternativo.

Este tipo de metáforas están intentando promover un marco cognitivo diferente, equiparado a lo que se está empezando a conocer como “multiautoculturalismo”, o la reinterpretación de la ciudad como una sociedad en la que conviven distintas identidades vehiculares.

La motonormatividad lleva décadas usando el lenguaje como un mecanismo de dominación para imponer una forma de ver el mundo basada en el predominio del automóvil. Pero el lenguaje es también un potente instrumento de liberación. Las metáforas de resistencia nos ayudan a imaginar realidades alternativas. Lo que se puede imaginar habita en el umbral de lo posible.

Reformulando a Picasso, necesitamos reaprender a pensar (y hablar) sobre movilidad urbana si queremos construir modelos de ciudad más sostenibles.The Conversation

Lorena Pérez Hernández, Catedrática de Filología Inglesa. Lingüística cognitiva, Universidad de La Rioja y Laura Filardo-Llamas, Profesora Titular en Filología Inglesa, lingüística y análisis del discurso. Universidad de Valladolid, Universidad de Valladolid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Friday, 7 March 2025

Las palabras que usamos y los silencios que se imponen al hablar de la menopausia

 



En un inolvidable episodio de Verano Azul, Tito anunciaba a la pandilla la llegada de la primera menstruación de su hermana Bea: “Mi madre le ha dicho a mi padre que Beatriz es mujer desde hoy”. Su amigo Piraña respondía asombrado: “¿Y lo de antes no sirve?”. 

Si la llegada de la regla nos eleva al estatus de mujeres, ¿qué ocurre cuando se retira? ¿Nos convertimos en seres asexuados? ¿Nos evaporamos? La menopausia es todavía hoy un tema tabú en muchos contextos, incluido el familiar. 

Las madres preparan a sus hijas para su primera regla, pero es mucho menos frecuente que más adelante les hablen de su propia experiencia con la menopausia, a pesar de ser una fase igualmente relevante de sus vidas. 

La menopausia ha sido silenciada durante siglos, pero cuando este silencio se rompe a menudo es para presentarla desde una perspectiva negativa. Una simple búsqueda de esta palabra en Google Images nos muestra cómo la asociamos al sufrimiento (sofocos, dolores, ansiedad), al inexorable paso del tiempo y a su tratamiento médico.

Imágenes, mayoritariamente, de diferentes mujeres con gestos de dolor.
Esto es lo que muestra Google en imágenes al buscar el término ‘menopausia’. Google Images

Investigar el lenguaje que usamos para hablar de la menopausia en diferentes contextos puede ayudarnos a comprenderla mejor y a descubrir algunos sesgos socioculturales que a menudo nos pasan desapercibidos.

El discurso biomédico sobre la menopausia

Hablar de la menopausia en el entorno médico ha implicado utilizar metáforas reduccionistas y patologizantes que la equiparan con enfermedades mentales(neurosis, a comienzos del siglo XX) o con fallos orgánicos (ovárico, hormonal). 

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Investigar el lenguaje que usamos para hablar de la menopausia en diferentes contextos puede ayudarnos a comprenderla mejor y a descubrir algunos sesgos socioculturales que a menudo nos pasan desapercibidos.


El discurso biomédico sobre la menopausia

Hablar de la menopausia en el entorno médico ha implicado utilizar metáforas reduccionistas y patologizantes que la equiparan con enfermedades mentales(neurosis, a comienzos del siglo XX) o con fallos orgánicos (ovárico, hormonal).

La menopausia se ha entendido como un problema que debe corregirse. Hasta se ha llegado a comparar con la obsolescencia programada. Y así se sugiere que el cuerpo de la mujer deja de ser funcional al cesar la menstruación, dando comienzo al declive, la pérdida de valor y la vejez. 

En este contexto, expresiones como “la edad crítica” o “el climaterio” refuerzan su visión negativa, como si, a su llegada, las mujeres debiésemos entrar forzosamente en la unidad de cuidados intensivos. 

Un estudio reciente de más de 600 textos biomédicos ha identificado un predominio de palabras asociadas a emociones negativas en este ámbito. También constata la abundancia de metáforas que presentan a las mujeres como “víctimas” de una “enfermedad” caracterizada por fluctuaciones hormonales y emocionales, pérdida de identidad y calidad de vida (sofocos, ansiedad, e insomnio). 

El lenguaje biomédico ha dado voz y respuesta a las inquietudes de muchas mujeres que viven la menopausia con distintas experiencias físicas y emocionales. Sin embargo, también ha reforzado los estereotipos negativos sobre ellas y promovido actitudes socioculturales negativas hacia el envejecimiento.

Chinnapong/Shutterstock

Ejerciendo presión sobre las mujeres para encajar en estándares irreales de juventud y belleza, el discurso biomédico ha favorecido la promoción generalizada de la terapia hormonal sustitutiva, frecuentemente presentada como un “elixir de la juventud”. 

Este lenguaje homogeneizante sobre la menopausia choca frontalmente con las perspectivas feministas que resaltan su naturaleza única y personal para cada mujer. También contrasta con numerosos estudios interculturales en los que emergen visiones más diversas y menos patologizantes.

Mientras algunas culturas carecen incluso de una palabra para nombrarla, en otras su significado varía enormemente. En Occidente, se asocia con una fase crítica y conflictiva para la mujer. Sin embargo, en sociedades orientales y matrilineales, representa una etapa de mayor autonomía y de alto prestigio social. 

¿Qué dicen las mujeres?

Una investigación sobre el lenguaje de las mujeres británicas en sus conversaciones sobre la menopausia revela que utilizan metáforas maleables que les permiten expresar experiencias


Ejerciendo presión sobre las mujeres para encajar en estándares irreales de juventud y belleza, el discurso biomédico ha favorecido la promoción generalizada de la terapia hormonal sustitutiva, frecuentemente presentada como un “elixir de la juventud”. 

Este lenguaje homogeneizante sobre la menopausia choca frontalmente con las perspectivas feministas que resaltan su naturaleza única y personal para cada mujer. También contrasta con numerosos estudios interculturales en los que emergen visiones más diversas y menos patologizantes.

Mientras algunas culturas carecen incluso de una palabra para nombrarla, en otras su significado varía enormemente. En Occidente, se asocia con una fase crítica y conflictiva para la mujer. Sin embargo, en sociedades orientales y matrilineales, representa una etapa de mayor autonomía y de alto prestigio social. 

¿Qué dicen las mujeres?

Una investigación sobre el lenguaje de las mujeres británicas en sus conversaciones sobre la menopausia revela que utilizan metáforas maleables que les permiten expresar experiencias muy diversas y cambiantes.

Entienden ese periodo como un viaje con muchas estaciones. El camino a veces está lleno de baches y túneles. Otras veces se asemeja a una montaña rusa, a una larga travesía por un mar embravecido o a un breve paseo por aguas pantanosas. Y en ocasiones se trata de un viaje de autodescubrimiento, un trayecto lento por carreteras secundarias, en el que no hay fecha límite, que permite disfrutar del paisaje sin preocupaciones. 

También entienden la menopausia como una fuerza negativa. Esta impacta sobre ellas sin previo aviso trayendo el caos a sus emociones, a su estabilidad mental y a sus relaciones familiares y sexuales. 

Retratos de diferentes mujeres.
Cada mujer tiene una menopausia diferente. New Africa/Shutterstock

Sin embargo, esa misma fuerza a menudo se torna positiva. Las saca de su zona de confort, les obliga a repensar sus necesidades y a ponerlas en primer lugar después de años de cuidados familiares. La menopausia les empuja al autocuidado y cambia el rumbo de sus vidas para mejor. 

Durante su viaje a través de la menopausia muchas refieren sensaciones de pérdida de identidad mediante la metáfora del yo dividido: “Dejé de sentirme yo misma […] como si un alienígena se hubiese apoderado de mi cuerpo”. Pero esa misma metáfora les sirve para expresar los efectos positivos de la transformación que la menopausia finalmente ejerce en su persona: “Me sentía como si fuera una nueva yo y era maravilloso”. 


Sin embargo, esa misma fuerza a menudo se torna positiva. Las saca de su zona de confort, les obliga a repensar sus necesidades y a ponerlas en primer lugar después de años de cuidados familiares. La menopausia les empuja al autocuidado y cambia el rumbo de sus vidas para mejor. 

Durante su viaje a través de la menopausia muchas refieren sensaciones de pérdida de identidad mediante la metáfora del yo dividido: “Dejé de sentirme yo misma […] como si un alienígena se hubiese apoderado de mi cuerpo”. Pero esa misma metáfora les sirve para expresar los efectos positivos de la transformación que la menopausia finalmente ejerce en su persona: “Me sentía como si fuera una nueva yo y era maravilloso”.

El lenguaje que utilizan las mujeres para hablar de esta fase vital presenta un escenario mucho más diverso y equilibrado que el que emerge del discurso biomédico. Incluye tanto los problemas físicos y emocionales asociados a ella como sus beneficios (liberación de la menstruación y de embarazos no deseados, final de la fase de crianza y cuidados familiares, recuperación de autonomía y libertad). 

Los silencios también hablan

Los efectos físicos y psicológicos de la menopausia pueden convertirse en un obstáculo laboral o en la causa de la pérdida de su empleo para algunas mujeres. En el Reino Unido varios fallos judiciales han reconocido explícitamente esta etapa de la vida como una fuente “invisible” de exclusión del mercado laboral. 

Un estudio comparativo sobre el discurso judicial revela que en España, por el contrario, las referencias explicitas a la menopausia en juicios de incapacidad laboral de mujeres en este periodo son escasas. 

La base oficial de datos CENDOJ, cuya función principal es gestionar, procesar y difundir la jurisprudencia del Tribunal Supremo, apenas recoge evidencias de mujeres que hayan alegado discapacidad o impedimento causado por la menopausia entre los años 2020 y 2022. 

El análisis de seis procesos judiciales (tres españoles y tres británicos) muestra diferencias significativas en el uso del lenguaje. 

En los procedimientos judiciales británicos se menciona abiertamente la palabra menopausia para explicar los problemas físicos y psicológicos que afectan la capacidad laboral de la demandante. Se enumeran abiertamente sus síntomas (insomnio, estrés, depresión, migrañas, sofocos, etc.) y su impacto en el desempeño profesional. 

En contraste, en los procesos judiciales españoles sorprende la ausencia de la palabra menopausia en dos de los tres casos analizados y su uso marginal en el tercero. Se opta por términos genéricos como “accidente”, “incapacidad temporal”, “trastorno”, “estrés” o “ansiedad”. 

Las demandantes no quieren o no pueden vincular la causa de sus dolencias con las propias de la menopausia. Este silenciamiento refleja la persistencia de estigmas y prejuicios hacia la menopausia en España. También revela una brutal asimetría legislativa respecto al Reino Unido, donde se reconoce como causa de discapacidad laboral. 

Las palabras y los silencios que rodean a la menopausia son reveladores. Frente a los sesgos negativos que reflejan los discursos biomédico y judicial, el lenguaje que utilizan las mujeres la presenta como un viaje único y cambiante. Prestar atención a sus relatos puede evitar tanto su sobremedicalización como la falta de atención en el ámbito jurídico y laboral.

Fuente: The Conversation

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